O al menos eso dice en su canción I Don't Wanna Dance. Una canción que, paradójicamente, es imposible que no te dé ganas de bailar.
Calmada, elegante, reminiscente de décadas anteriores con un estilo parecido al de Lana Del Rey en los versos pero mucho más animado en en las estrofas, con una melodía que sería dance si no fuese por su instrumentación, es una de las canciones más interesantes de pop nórdico de los últimos años. Aunque más que transmitir la mística poética y oscura de Lykke Li, se acerca más a la extraña electrónica de Grimes, del otro lado del Atlántico.


En la misma línea sigue Maiden. Sirve tanto como para relajarse como para cantarla. La empiezan unos suaves acordes de guitarra acústica para desembocar en una melodía que bien podría denominarse vintage pop. Sé que es un término ridículo, pero es lo que me evoca. Terciopelo, humo y lámparas de araña. Iluminación tenue y vestidos de flores, la vida vista a través de un filtro sepia. Aunque esta no sea para nada la estética de Karen Marie Ørsted, que opta claramente por una mucho más excéntrica y con influencias hip-hop, Una estética que va más en la línea de su mayor éxito, Lean On, con Major Lazer. Moombathon chabacano y pegadizo con aire a hit veraniego. Bueno. Aire no. Ya lo está siendo.

En El Altavoz Estropeado, destacamos especialmente Fire Rides. 








MØ no quiere bailar

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martes, 2 de junio de 2015

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